Reflexiones sobre el extraordinario mundo del tenis aplicadas al ordinario mundo de la vida
Tantos años en el tenis han derribado las paredes de mi
mente para convertirla en una cancha donde se siguen sus mismas reglas y
procedimientos. Sí‚ así es mi cabeza‚ cuadrada pero espaciosa‚ sin medias
tintas: si es fuera es fuera‚ si entra es
dentro aunque sea en línea.
Mi pensamiento de la vida diaria también ha tomado prestada
el lenguaje del deporte blanco: cuando tengo cosas muy complicadas en el
trabajo y hay que dar más del ciento por ciento pienso que “me toca contra el
sembrado uno” ‚ de esas veces que tienes que dar todo y sin importar lo que
suceda‚ ganes o pierdas‚ significa una victoria.
Cuando tengo que hacer cosas sólo por compromiso‚ muy fáciles o “de trámite” son días en los que
digo “ya pasé de bye” ‚ pero eso no significa que me echaré en la hamaca y no
haré nada‚ sino que aprovecharé esos lapsos de para descansar y recuperarme de
las tareas pesadas.
Todo en mi cabeza se mueve como una pelota por la que hay
que correr‚ dejar de hacer un esfuerzo y quedarte parado por un instante puede
hacerte perder mucho‚ y tal vez no recuperarlo nunca. Hay que devolver todo‚
pero con inteligencia‚ cada golpe con la profundidad y efecto que necesita‚
pues si pegas siempre todo igual el contrario sabrá leerte.
Hay veces que incluso a la gente le respondo en palabras de
tenis: el otro día mis papás me preguntaron sobre cómo voy en mi trabajo y les
respondí: “igual‚ sigo devolviendo todo y en algún momento tendré la
oportunidad de abrir la cancha y ganar”.
El tenis me ha enseñado muchas cosas: a no creer en las
apariencias y a tratar a la persona que está frente a mí como igual. Con no
creer en las apariencias me refiero a que siempre debemos ver más allá de lo
que las personas visten o llevan consigo: las mejores raquetas‚ una maleta
gigante y la ropa de la última playera de Federer no te hacen mejor que alguien
que llega con una raqueta vieja en la mano y ropa comprada en el primer Soriana
que encontró. Las cosas que realmente hacen la diferencia son el talento‚ la
mentalidad…‚ la garra.
Por otro lado‚ cuando digo que el tenis me enseñó a tratar a
quien está frente a mí como un igual significa que todos tenemos derecho a
ganar‚ puede que no tengamos el nivel o preparación para hacerlo‚ pero el derecho
siempre está. Cuando juegas torneos
profesionales y no tienes ranking pero te toca enfrentar a alguien top-200
tienes que pensar así: yo también tengo pies‚ manos y raqueta‚ por lo que puedo
jugar contra ella y aunque no le gane el
partido‚ puedo ganarle algunos puntos y aprovechar la oportunidad de estar a su
nivel.
En esta situación el respeto no existe‚ porque si respetas
lo más seguro es que bajes tu nivel y salgas perdiendo aplastado sin poder una
sola bola‚ pero si te mentalistas a que eres igual y puedes dar lo mejor de ti‚
aunque pierdas‚ lo harás como un ganador.
Ahora cuando trato con personas que saben más que yo o tienen
más experiencia así pienso: dejo a un lado los “rankings” y me arriesgo‚
cuestiono a las personas cuando tengo la oportunidad de hacerlo y expreso mis
opiniones aunque las golpeen como si fueran una bola fácil que bota lenta a la
mitad de la cancha. Y si esto sucede no
me aflige‚ en el siguiente punto puedo recuperarme y tirar una bola que los
deje sorprendidos y parados en el fondo.
Tal vez algunos piensen que estoy muy clavada con el tenis‚
pero más bien es el tenis quien se quedó clavado en mí‚ es a este juego a quien
le agradezco mi carácter y la forma de ser de mi persona. Sin embargo‚ es a mis
padres a quienes siempre les agradeceré su apoyo ‚ pues sin él nunca hubiera
podido conocer la magia de este deporte.
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