miércoles, 21 de agosto de 2013

El tenis y la vida



Reflexiones sobre el extraordinario mundo del tenis aplicadas al ordinario mundo de la vida

Tantos años en el tenis han derribado las paredes de mi mente para convertirla en una cancha donde se siguen sus mismas reglas y procedimientos. Sí‚ así es mi cabeza‚ cuadrada pero espaciosa‚ sin medias tintas: si es fuera es fuera‚  si entra es dentro aunque sea en línea. 


Mi pensamiento de la vida diaria también ha tomado prestada el lenguaje del deporte blanco: cuando tengo cosas muy complicadas en el trabajo y hay que dar más del ciento por ciento pienso que “me toca contra el sembrado uno” ‚ de esas veces que tienes que dar todo y sin importar lo que suceda‚ ganes o pierdas‚ significa una victoria.


Cuando tengo que hacer cosas sólo por compromiso‚  muy fáciles o “de trámite” son días en los que digo “ya pasé de bye” ‚ pero eso no significa que me echaré en la hamaca y no haré nada‚ sino que aprovecharé esos lapsos de para descansar y recuperarme de las tareas pesadas.

Todo en mi cabeza se mueve como una pelota por la que hay que correr‚ dejar de hacer un esfuerzo y quedarte parado por un instante puede hacerte perder mucho‚ y tal vez no recuperarlo nunca. Hay que devolver todo‚ pero con inteligencia‚ cada golpe con la profundidad y efecto que necesita‚ pues si pegas siempre todo igual el contrario sabrá leerte.


Hay veces que incluso a la gente le respondo en palabras de tenis: el otro día mis papás me preguntaron sobre cómo voy en mi trabajo y les respondí: “igual‚ sigo devolviendo todo y en algún momento tendré la oportunidad de abrir la cancha y ganar”.


El tenis me ha enseñado muchas cosas: a no creer en las apariencias y a tratar a la persona que está frente a mí como igual. Con no creer en las apariencias me refiero a que siempre debemos ver más allá de lo que las personas visten o llevan consigo: las mejores raquetas‚ una maleta gigante y la ropa de la última playera de Federer no te hacen mejor que alguien que llega con una raqueta vieja en la mano y ropa comprada en el primer Soriana que encontró. Las cosas que realmente hacen la diferencia son el talento‚ la mentalidad…‚ la garra.


Por otro lado‚ cuando digo que el tenis me enseñó a tratar a quien está frente a mí como un igual significa que todos tenemos derecho a ganar‚ puede que no tengamos el nivel o preparación para hacerlo‚ pero el derecho siempre está.  Cuando juegas torneos profesionales y no tienes ranking pero te toca enfrentar a alguien top-200 tienes que pensar así: yo también tengo pies‚ manos y raqueta‚ por lo que puedo jugar contra ella  y aunque no le gane el partido‚ puedo ganarle algunos puntos y aprovechar la oportunidad de estar a su nivel. 


En esta situación el respeto no existe‚ porque si respetas lo más seguro es que bajes tu nivel y salgas perdiendo aplastado sin poder una sola bola‚ pero si te mentalistas a que eres igual y puedes dar lo mejor de ti‚ aunque pierdas‚ lo harás como un ganador.


Ahora cuando trato con personas que saben más que yo o tienen más experiencia así pienso: dejo a un lado los “rankings” y me arriesgo‚ cuestiono a las personas cuando tengo la oportunidad de hacerlo y expreso mis opiniones aunque las golpeen como si fueran una bola fácil que bota lenta a la mitad de la cancha.  Y si esto sucede no me aflige‚ en el siguiente punto puedo recuperarme y tirar una bola que los deje sorprendidos y parados en el fondo.



Tal vez algunos piensen que estoy muy clavada con el tenis‚ pero más bien es el tenis quien se quedó clavado en mí‚ es a este juego a quien le agradezco mi carácter y la forma de ser de mi persona. Sin embargo‚ es a mis padres a quienes siempre les agradeceré su apoyo ‚ pues sin él nunca hubiera podido conocer la magia de este deporte.













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