domingo, 29 de septiembre de 2013

A la UNAM


Estoy sentada en la “oficina”, la banca donde me sentaba diario a hacer mis tareas mientras esperaba para jugar tenis.  Vengo de las ventanillas donde me entregaron un título con tu nombre y el mío, mi cédula profesional y los mismos documentos que hace casi cinco años entregué en las ventanillas de avenida del Imán.

¿Por qué pasas tan rápido?, le pregunto al tiempo.  Siento como si apenas hubiera sido ayer aquel día que me perdí en tus caminos porque era nueva y no conocía las rutas del Pumabús. Pienso un momento y siento que el frío recorre mi cuerpo, un frío que se convierte en calor. Crecí, apenas me voy enterando.

Tengo ganas de llorar y no puedo hacerlo.  Antes de llegar aquí pasé por los pastos sobre los que me acostaba a escuchar el sonido de la tarde con mi novio, por la biblioteca en la que descubrí a los pensadores que formaron mi pensamiento, por las canchas en donde entrenaba tenis diario, por el Cybarium –el restaurante barato en donde comía diario-, por donde compraba mis miles de tazas  de café, por todos esos lugares que diario visitaba y que hoy parecen ser parte de otra época.

Veo mi título con calma, lo leo una y otra vez: me casé contigo bajo el juramento de “hasta que el título nos separe”, y el momento de separarnos llegó.  Observo los árboles, las ardillas y me siento me orgullosa de ser algo de ti.

Te veo con cariño UNAM linda, nunca te había visto así; hasta ahora sólo habías sido mi escuela y ya, pero ahora te percibí como un miembro de mí, como algo inmenso de lo que yo también formo parte. 

¿Cómo te pagaré lo que me has dado?. Me respondo a mi misma con las palabras que sé que tú me dirías: trabajando diario con amor, defendiendo la garra con la que nos sellas a todos los que vamos a la “universidad del pueblo”, trabajando para poner el ejemplo a los demás que ahí estudian, sacando el “espíritu puma” en cada tarea de la vida.

Te prometo que así lo haré, pero aún así regresaré a darte lo que me has dado y más. Me diste mucho y eso te mereces. Admiro tu fuerza y tu valor, ver cómo aún eres la mejor a pesar de todas las piedras que te detienen.

Te quiero y siempre te querré, estaré siempre para ti y para tu gente que es la mía; y aunque tengas alma laica, toda la vida le pediré a Dios que te bendiga, Universidad de México.




lunes, 23 de septiembre de 2013

¿A dónde vas?




Estas últimas semanas he estado en un proyecto nuevo: darle pies y cabeza a algunas melodías que he compuesto a lo largo de mi vida, escribir las partituras, organizar las letras, para después ver que sale. Hoy les comparto un video con un fragmento de la música que compuse para un poema que escribí hace unos años y que apenas ayer terminé: "¿A dónde vas?".

He aquí la letra (un poco pasional, pero tengan en cuenta que era una puberta cuando la redacté)

¿A dónde vas
sin mi mano sostener?
¿A dónde irás?
Dime ya.
Por favor.

Si no me dices te seguiré,
si de mis ojos te pierdes
te buscaré.
Hasta el fin
del universo
Fronteras no hay
para el amor.

¿A quién mis rosa rojas darás?
¿Quién su aroma aspirará?
Dime ya, dime hoy.

Si no me dices te seguiré,
si de mis ojos te pierdes
te buscaré.
Hasta el fin
del universo
Fronteras no hay
para el amor.

¿Quién tus besos probará?
¿Quién de tus caricias vivirá?
Dime ya
dime hoy.
Por favor.

¿A dónde vas
sin mi mano sostener?
¿A dónde irás?
Dime ya.
Por favor.

Por favor...