martes, 18 de marzo de 2014

El mensaje a García y el significado de los huevónimos

Dedicado a mi papá y a mi primer jefe

No se puede, ya vamos a cerrar, no tengo cambio, mejor vaya a la tienda de enfrente, no está mi jefe, no sé hacerlo, no tengo tiempo, es que no, es que si..., pero cómo, regrese otro día, no me acuerdo, quién sabe, soy nuevo, estoy en entrenamiento, estamos en cambio de turno, se me olvidó, se me hizo tarde, hubo mucho tráfico, etcétera, frases como éstas hay un montón pero todas significan lo mismo, todas son mecanismos de defensa para no trabajar, para no asumir responsabilidades y esperar a que otros actúen por nosotros.

El otro día iba en un microbús pensando en que todas estas frases-pretextos deberían tener un nombre común, y se me ocurrió bautizarlos como huevónimos, o sea, frases que pueden sustituirse por "me da hueva". Obviamente nadie nos va a decir que les da flojera atendernos, ir a pedir cambio o hacer bien su trabajo, y por eso utilizan una forma "educada" de hacerlo para llegar al mismo resultado sin meterse en problemas.

Cuando era niña varias veces intenté utilizar huevónimos, frases que me absolvieran de lavar los trastes, de hacer bien mi tarea o de ayudar en el negocio familiar, pero no funcionó, la primera vez que le respondí a mi papá con un huevónimo me dijo una frase que me cayó gorda: "Ash.. ese mensaje a García", le pregunté de qué se trataba, tenía como seis años y era algo totalmente fuera de contexto. Más o menos me contó la historia: el presidente de Estados Unidos necesitaba enviar un mensaje al jefe de los revolucionarios en Cuba, un tal García, y sólo un fulano eficiente llamado Rowan lo hizo.

La verdad nunca leí la reflexión completa sobre el mensaje a García, no me interesó en ese momento, pero cada vez que intentaba utilizar cualquier huevónimo para zafarme de tareas encomendadas por mi padre, él inmediatamente me repetía lo del mensaje a García, tanto me indignaba que sacara al tal García que terminaba optando por hacer las cosas. El mensaje a García se convirtió en un sujeto nauseabundo para mí, era un eufemismo de "no seas incompetente y haz las cosas".

Pasó el tiempo, dejé de escuchar por muchos años lo del mensaje a García ¿por qué? porque dejé de usar huevónimos y aprendí a dar mi mejor esfuerzo cuando se me pedía algo. Hasta que un día empecé a trabajar como asistente en una tienda de artículos de tenis. Llegué un día en la mañana, llevaba apenas como una semana trabajando ahí, y mi jefe, el dueño de la tienda, me encomendó una tarea muy rara: Andrea, necesito que vayas ver a dónde a buscar información sobre Corregio y me la resumas en una cuartilla. Me dijo qué le interesaba mucho ese pintor y que no encontraba suficiente información sobre él. Yo no tenía ni "P" idea de quién era Corregio, pero no pregunté más, prendí la computadora y busqué en Wikipedia, la información era mínima pero navegando un poquito encontré títulos de libros de arte qué hablaban de él, apunté los nombres y tomé un taxi a la Biblioteca Central de la UNAM, en ese entonces yo era estudiante de esa Universidad.

Llegué a la biblioteca y escribí los nombres de los títulos en el catálogo electrónico, de los 4 o 5 títulos que llevaba apuntados sólo había 3 y uno de ellos estaba en italiano, del cuál no se nada más que los típicos términos culinarios, además de que estos materiales se encontraban resguardados en los pasillos de libros de arte, los cuales no están abiertos a todo el público. Solicité a bibliotecario los títulos, incluyendo el que estaba en italiano y me puse a ver qué información traían sobre el Corregio, tampoco decían muchísimo, el que más información contenía era el mentado libro escrito en italiano, el cual era una antología de biografías de pintores que a lo mucho dedicaba 5 o 6 páginas para hablar del misterioso pintor, contra las 50 que trataban de Miguel Ángel o Leonardo da Vinci.

Intenté leer en italiano lo que decía del Corregio, las frases que me parecieron relevantes las transcribí en la computadora y las copié al traductor de Google; y ya con eso, con lo poquito que encontré en Wikipedia y con la información de los otros libros redacté la cuartilla en un bonito ensayo sobre el pintor renacentista tan poco y mal reconocido.

Cuando estaba terminando, mi jefe me habló preguntándome por qué tardaba tanto, le respondí que ya estaba terminando, que había encontrado un libro en italiano con datos interesantes sobre Corregio y que me había tardado en traducirlo. Cuando regresé le entregué el ensayo impreso y seguí haciendo mi trabajo de diario: encordar raquetas de tenis.

En eso, mi jefe me interrumpió y me dijo que quería que me pusiera a leer un libro: el dichoso "Mensaje a García", empecé a leer y entendí todo el show cuando llegué a este pequeño pasaje:

"Tú, lector, haz el siguiente experimento: Estás sentado en tu escritorio como supervisor, con seis oficinistas subalternos a tu alrededor. Llama a uno de ellos y le requieres: "Por favor, ve a la enciclopedia y prepara un memorando sobre la vida de Corregio."
El oficinista te responderá amablemente diciendo: "Sí señor," y se irá a realizar la encomienda?
En toda tu vida eso no ocurrirá.
El oficinista te mirará con ojos incrédulos, moviéndolos como un pez en pecera, y te hará una o varias de las siguientes preguntas:
¿Quién era él?*
¿En cuál enciclopedia?*
¿Fui empleado para hacer eso?*
¿Quiso decir Bismarck?*
¿Por qué Carlos no lo hace?*
¿Está muerto?*" 

*Huevónimos

Todo era una prueba, un examen que a mi jefe se le ocurrió, cuando vio que terminé de leer el texto me dijo: "Tú sí sabes llevar un mensaje a García, te subiré el sueldo". Suena extraño pero pasó, ese día fue un gran aprendizaje para mí, ese día oficialicé en mi vida la política de no usar nunca "huevónimos", las cosas se hacen y ya, y cuando se hacen deben hacerse bien. 

A veces requiere un poco de esfuerzo, implica pensar, hacer una reflexión cada vez que sientes la instintiva necesidad de usar un huevónimo, significa aprender a asumir responsabilidades y decir "no fui capaz de hacerlo", "no calculé bien el tiempo" o "no tengo ganas de hacerlo" en lugar de utilizar un pretexto.

No sé por qué son tan pocas personas las que hemos leído el Mensaje a García, debería ser un texto más obligatorio que el "Álgebra" de Baldor o el "Aura" de Carlos Fuentes, para muchos puede ser una tontería, pero pocos textos cambian tanto la percepción de la vida y del trabajo como el cuentito (chirulero o no) del tal García. 

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