lunes, 7 de julio de 2014

La astilla

Siento como una astilla en el dedo
a esa lágrima que no puede salir.
Cuando simula desenterrarse
se muestra rebelde y se vuelve a hundir.
Un día entró dejando una marca,
una herida pequeña y dolorosa,
un dolor punzante pero tolerable. 

Entró la astilla a mi pie por querer huir,
la pisé aquel día que me levanté y me fui.
Ese mismo día llegó la lágrima a mi ser
había que pagar un precio por quererme ir. 

Siento cómo está perdida entre mis ojos,
como se hunde, cae de la pupila hacia dentro,
se mueve por mi cráneo, luego por mi cuello,
pasa por mi pecho y lo deja frío,
cae en el estómago y se mezcla con el ácido.

Provoca cada vez más dolor,
como una astilla cuando no puede salir.
Siento algo raro en mi nariz
como ese dolor que deja el llanto,
ese llanto invisible al que nunca vi. 



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